La batalla de Sajalín puede haber sido una de las más importantes de la historia. Allí, en esa isla rusa al norte de Japón, con temperaturas de hasta 45 grados bajo cero, viven las últimas ballenas grises occidentales.
Y en ese lugar inhóspito se erige una de las mayores infraestructuras de extracción de gas y petróleo del mundo y, al mismo tiempo, el escenario de una de las mayores peleas ecologistas de la historia: la lucha para salvar a las últimas 115 ballenas grises occidentales que quedaban en 2004.
El enemigo a batir era Shell, el gigante petrolero y gasístico con cuarteles generales en La Haya (Holanda). Shell era la principal accionista de Sakhalin Energy, la empresa que a comienzos del milenio anunció un proyecto de 20.000 millones de dólares para ampliar sus instalaciones
La petrolera Shell ha aceptado mover 20 kilómetros el trazado de un oleoducto para limitar su impacto sobre las últimas ballenas grises… Descubre cómo hicieron 146 ONG de 22 países unidas en una campaña internacional para salvar a las ballenas grises, con los bancos que prestaban dinero a Shell en el punto de mira: el suizo Credit Suisse, el francés BNP Paribas, el británico Standard Chartered…
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