Los elefantes marinos: clave para resolver el misterio de los agujeros gigantes

por | 1 julio, 2019

Científicos usan elefantes marinos para ayudar a resolver el misterio de los agujeros gigantes de la Antártida.

Curiosamente, un agujero gigante aparece ocasionalmente en el hielo marino de la Antártida durante el invierno pero, hasta ahora, los científicos no sabían por qué.

Para tratar de explicar este misterioso fenómeno que sólo ocurre algunos años, los investigadores que escriben en la revista Nature emplearon robots a la deriva y equipo científico para recolectar datos sobre las circunstancias que conducen a su formación. Descubrieron que se trata de una combinación de patrones climáticos intensos y tormentosos y salinidad del océano.

La clave del descubrimiento fue un agujero que se abrió en 2016 y 2017. En años anteriores se habían formado agujeros más grandes, pero esta fue la primera vez que los científicos tuvieron la oportunidad de estudiar este fenómeno.

«Pensamos que este gran agujero en el hielo marino -conocido como polinia- era algo raro, quizás un proceso que se había extinguido. Pero los eventos de 2016 y 2017 nos obligaron a reevaluar eso», dijo en una entrevista un estudiante de doctorado en oceanografía.

Las observaciones muestran que las recientes polinias se abrieron por una combinación de factores – uno siendo las inusuales condiciones del océano, y el otro una serie de tormentas muy intensas que se arremolinaron sobre el Mar de Weddell con vientos casi huracanados.

Los agujeros más pequeños aparecen con relativa frecuencia en la superficie del Mar de Weddell de la Antártida, pero los agujeros más grandes o polinias (como la brecha 2016-2017) ocurren con mucha menos frecuencia. Los tres más grandes de los que se tiene constancia tuvieron lugar en los años setenta (1974, 1975 y 1976), poco después del lanzamiento de los primeros satélites. Durante tres años consecutivos, un agujero del tamaño de Nueva Zelanda se abrió cuando la temperatura del aire cayó por debajo de cero.

En agosto de 2016, el agujero -el primero en décadas- tenía una superficie de 33.000 kilómetros cuadrados y duró tres semanas. En septiembre y octubre de 2017, hubo una segunda formación. Esta vez fueron 50.000 kilómetros cuadrados (19.000 millas cuadradas).

Con los datos recogidos en las estaciones meteorológicas, las imágenes de satélite con décadas de antigüedad y los elefantes marinos portando sensores satelitales temporales que transmiten a los equipos de tierra, el equipo pudo identificar las condiciones necesarias para fabricar polinias.

En primer lugar, las tormentas intensas. Esto fomenta una mezcla de agua ascendente más potente en el este del Mar de Weddell, donde una montaña submarina (Maud Rise) empuja el agua de mar densa a su alrededor, creando un vórtice giratorio.

En segundo lugar, las condiciones del océano salado. La combinación de superficies oceánicas saladas y fuertes tormentas invernales puede desencadenar un vuelco de la circulación. Esto significa que el agua más caliente y salada desde abajo es empujada a la superficie, donde se enfría y por lo tanto se vuelve más densa y pesada que el agua de abajo. Se hunde y es reemplazado por agua más caliente – un proceso que se repite una y otra vez.

Como resultado, el hielo no tiene la oportunidad de reformarse así que aparece un agujero.

Según los autores del estudio, esta es la primera vez que los científicos han demostrado que el agua es arrastrada desde la superficie hasta las profundidades del océano en polinias más pequeñas (como la de 2016), así como en polinias más grandes.

Este estudio muestra que esta polinización, en realidad, es causada por una serie de factores que tienen que estar todos presentes para que suceda.

En un año cualquiera podrían ocurrir algunos desencadenantes de este fenómeno, pero a menos que esten todos presentes, no aparece una polinia.

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