Sobre todo aquellos que practican el buceo profundo son susceptibles de sufrir los efectos de la enfermedad descompresiva.
Debido al cambio de volumen de los gases cuando aumenta la presión atmosférica, el organismo humano puede presentar cierta respuesta patológica.
Es común la formación de burbujas o émbolos procedentes de gases como el nitrógeno en estado inerte, disuelto en los tejidos.
Esto ciertamente ocurre debido a los bruscos cambios de presión que ocurren a grandes profundidades.
Particularmente en el mar el coeficiente de presión atmosférica se duplica cada 10 metros de profundidad. Sin embargo, profundidades de entre 20 y 30 metros ya pueden considerarse importantes.
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Prevención de la enfermedad descompresiva en buzos
Para evitar estos síntomas los practicantes asiduos del buceo profundo suelen hacer paradas a distintas profundidades. De esta forma da tiempo al cuerpo de eliminar los gases inertes que se hayan acumulado en los tejidos.
Por otra parte, los trajes de buceo especializado cuentan con sistemas anti presión para evitar el efecto en estos gases. Bien se encuentren en el organismo o en el tanque de descompresión de aire.
También es común que los buzos profesionales, después de un inmersión profunda sean sometidos a tratamiento en una cámara hiperbárica. Y esta es otra de las formas más seguras de evitar posibles secuelas.
Consecuencias de la enfermedad en buzos
Debido a los ascensos bruscos o la omisión de las paradas cuando se asciende de profundidades importantes pueden producirse burbujas intravasculares o extravasculares. Que pueden causar daño mediano o grave al organismo dependiendo de las zonas donde se alojen.
El síndrome de descompresión o enfermedad de los buzos suele ser transitorio. Aunque por exposición prolongada o si hay afección en zonas delicadas puede producir lesiones permanentes o incluso la muerte.